Desde hace ya algunos años, hemos cambiado la forma de relacionarnos con nuestro entorno y es que cada día que pasa, la realidad que nos rodea está más digitalizada, encontrándonos con una gran mayoría de dispositivos conectados entre sí que nos hacen más fácil la vida cotidiana, como pueden ser el pago a través del móvil o los hogares inteligentes.
Esta situación en la que ya nos encontramos inmersos, ha hecho que la ciberseguridad ponga especial atención en los posibles riesgos en ciberataques que puedan aparecer del denominado Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés)
Pero, ¿a qué nos referimos exactamente con este término? Es un concepto que define las conexiones que se establecen entre objetos y las relaciones que estos tienen con las personas, es decir, el acercamiento de la digitalización al mundo físico.
En mayor o menor medida, cada día, tenemos nuevos aparatos conectados en nuestras casas y empresas que nos hacen la vida más fácil ya que nos permiten tener todo bajo control de una manera más cómoda, pero no debemos olvidarnos de que puede resultar un arma de doble filo y que el IoT puede suponer un riesgo extra en cuestión de ciberataques. Así, el IoT, se ha convertido en un verdadero reto para la ciberseguridad.
Una buena manera de adaptarnos a esta revolución de la relación entre los objetos y las personas es tomando verdadera conciencia sobre la seguridad que tenemos que aplicar en esta nueva realidad. ¿Cómo podemos hacerlo? Como decíamos, lo principal es tomar verdadera conciencia de los riesgos existentes, establecer las conexiones a través de redes totalmente seguras y garantizar que los datos generados sean privados y sobretodo, seguros.